En esta rutina absurda -pero necesaria- contemplé (de lejos y con poca esperanza), un film que Netflix promociona como válido en el género terror espacial (como si Alien y sus secuelas no hubiesen agotado el todo y sus partes, oh, Eisenstein dixit). El film se titula Life, y el casting nos pone en escena a una buena cantidad de actores icónicos de los últimos 5 años. Uno de ellos muere desangrado (la sangre flota en la estación espacial por falta de gravedad), por la intrusión del organismo marciano que fue despertado por un científico negro fanatizado. Era un negro con esperanzas pese a ser paralítico. Un negro al fin. Peor mensaje imposible.
Volvamos a la rutina. Mi editor es posible que vuelva de España mañana, todo depende de Aerolíneas Argentinas y que el vuelo no se cancele desde Madrid. Mientras tanto, he de contar sobre su travesía desde Jordania a Dubai y de Dubai a Madrid. El pibe es de viajar, le gusta eso. Viajar es adictivo, lo digo yo que manejo como un obsesivo que soy. Me volví de Misiones hace menos de un año, manejé 1600 kilómetros sin parar hasta llegar a Buenos Aires, bajo la lluvia. Ahí entendí que este país es una mierda insalvable: en ese regreso experimenté la lluvia lateral con niebla a la altura de Entre Ríos. Lluvia con niebla, algo inaudito.
La cuestión es que AB escapó de su hotel en la profunda Jordania en medio de una tormenta de arena manejando un auto de alquiler, sabía que estaban por cerrar las fronteras por el virus. "Entregué el auto en el aeropuerto, y los pibes aceptaron los papeles sin revisarlo, lo hice percha en los caminos de mierda." La cosa es que pagó como 1.500 dólares por pasaje para volar a Dubai con su novia. Llegó allí y me envió mensajes fatídicos por WS (Guasá, por sus siglas en castellano conurbano): "La gente está loca mal, este tipo de gente, con guita, escapando de un fantasma, se les sale la mierda por las orejas, somos lo peor, una especie que merece lo que le ocurre".
Llegó finalmente a España, pudo escapar antes de convertirse en Tom Hanks boludeando en un aeropuerto, lo que no es poco. ¿Y qué hacía yo mientras tanto? Escribir, también publicar. Pero también hablar con amigos por WS. Algo ocurre, todo está mal. Nadie entiende de qué va este desastre sanitario. De eso se trata.
Un amigo médico, sanitarista, de esos herederos de Eduardo Wilde, habló con nosotros (digo, con mi familia en altavoz) y confirmó sus dichos de hace un mes: "A mediados de abril sabremos la verdad del contagio. Y las muertes serán exponenciales, como en España e Italia".
Eso no tiene que ver con las ideologías sino con el funcionamiento matemático de la peste. En un punto, la predicción deja de ser tal. Cierto dicho chino exclamaba: "espero sentado en la puerta de mi casa ver pasar el cadáver de mi enemigo". Qué bonito, si seguimos así no tendremos la oportunidad de ver nuestro cadáver pasar frente a la propia casa...
Omar Genovese
Volvamos a la rutina. Mi editor es posible que vuelva de España mañana, todo depende de Aerolíneas Argentinas y que el vuelo no se cancele desde Madrid. Mientras tanto, he de contar sobre su travesía desde Jordania a Dubai y de Dubai a Madrid. El pibe es de viajar, le gusta eso. Viajar es adictivo, lo digo yo que manejo como un obsesivo que soy. Me volví de Misiones hace menos de un año, manejé 1600 kilómetros sin parar hasta llegar a Buenos Aires, bajo la lluvia. Ahí entendí que este país es una mierda insalvable: en ese regreso experimenté la lluvia lateral con niebla a la altura de Entre Ríos. Lluvia con niebla, algo inaudito.
La cuestión es que AB escapó de su hotel en la profunda Jordania en medio de una tormenta de arena manejando un auto de alquiler, sabía que estaban por cerrar las fronteras por el virus. "Entregué el auto en el aeropuerto, y los pibes aceptaron los papeles sin revisarlo, lo hice percha en los caminos de mierda." La cosa es que pagó como 1.500 dólares por pasaje para volar a Dubai con su novia. Llegó allí y me envió mensajes fatídicos por WS (Guasá, por sus siglas en castellano conurbano): "La gente está loca mal, este tipo de gente, con guita, escapando de un fantasma, se les sale la mierda por las orejas, somos lo peor, una especie que merece lo que le ocurre".
Llegó finalmente a España, pudo escapar antes de convertirse en Tom Hanks boludeando en un aeropuerto, lo que no es poco. ¿Y qué hacía yo mientras tanto? Escribir, también publicar. Pero también hablar con amigos por WS. Algo ocurre, todo está mal. Nadie entiende de qué va este desastre sanitario. De eso se trata.
Un amigo médico, sanitarista, de esos herederos de Eduardo Wilde, habló con nosotros (digo, con mi familia en altavoz) y confirmó sus dichos de hace un mes: "A mediados de abril sabremos la verdad del contagio. Y las muertes serán exponenciales, como en España e Italia".
Eso no tiene que ver con las ideologías sino con el funcionamiento matemático de la peste. En un punto, la predicción deja de ser tal. Cierto dicho chino exclamaba: "espero sentado en la puerta de mi casa ver pasar el cadáver de mi enemigo". Qué bonito, si seguimos así no tendremos la oportunidad de ver nuestro cadáver pasar frente a la propia casa...
Omar Genovese
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